viernes, 3 de junio de 2011

Cómo subsistir siendo un club de barrio: Atalaya

Los clubes de barrio han sido históricamente espacios de encuentro y socialización, lugares donde las asambleas barriales y los debates populares tenían un por qué. Hoy, la historia de muchos de estos clubes, que han tenido diferentes fines en nuestra sociedad, refleja una realidad diferente. La falta de recursos económicos, intereses que buscan vender estos espacios y el signo propio de una época que parece haberlos olvidado, son algunos motivos que impulsan desde hace tiempo su progresiva desaparición.
El Club Atalaya, ubicado en el barrio "República de La Sexta” de la ciudad de Rosario, fue fundado especialmente para practicar básquet. Nació el 11 de abril de 1934 bajo el nombre de Circulo Sportivo Social Atalaya. Su primer presidente fue Pedro Dogliotti, quien se mantuvo durante 20 años en el cargo. Éste fue figura fundamental en la creación y desarrollo del club. El 25 de marzo de 1936, Dogliotti se vio obligado a cambiar el nombre del club para poder afiliarse a la Asociación Rosarina de Básquet y poder así competir en los torneos oficiales; el nuevo nombre fue: Atalaya Club.  La primera camiseta oficial fue azul, con mangas blancas y tenía la letra 'A' en el frente (1942).
Primera camiseta oficial - Año 1942
Hoy en día Atalaya está viviendo una etapa de transición con una comisión directiva joven que asumió el 26 de mayo de 2008. Alejandra Borches, tesorera del club, dijo que cuando ocuparon el cargo, se encontraron con aproximadamente 85 mil pesos de deuda. ¿Cómo hizo este nuevo grupo de personas para superar esta dificultad? “Hubo donaciones, se vendieron publicidades, y tuvimos una de las mejores temporadas de verano donde ingresaron alrededor de 120 mil pesos”, concluyó Borches. Alejandro García, secretario, agregó: “Con orgullo podemos decir que se saldaron muchas deudas y el club cuenta con un fondo como para seguir pensando en hacer obras para ampliar el club y generar más recursos”.

El voley, integrado por 40 chicas aproximadamente, es la actividad deportiva que más ingresos le generan al club. Paradójicamente, el básquet es la que menos dividendos aporta. Según Borches, entre sueldos de jugadores y demás gastos, “no hay ganancias”. Resulta muy extraño escuchar de boca de actuales miembros de una comisión directiva de un club, justamente de básquet, que dicha disciplina no deje patrimonio neto; y para redondear, el secretario aclaró que de no existir las donaciones nombradas anteriormente “sería muy difícil cubrir los costos de fin de mes”.
Actualmente hay alrededor de 750 socios con una cuota mensual de 25 pesos los mayores y 20 los menores. Con ese dinero, junto al del adicional que se le cobra a cada socio por querer realizar alguna actividad deportiva, Atalaya se mantiene de pie. Tampoco hay que dejar de lado las donaciones que se hacen, que muchas veces alcanzan solamente para mantener el básquet, pero las mismas no provienen del gobierno, sino de gente que quiere al club.
La pregunta obligada de saber si el gobierno colaboraba surgió sobre el final de la charla. "Lamentablemente no recibimos ayuda gubernamental porque nos piden muchos requisitos que por distintas cuestiones no podemos cumplir", respondió García. "Es todo a pulmon y por amor al club", sentenció Borches.


¿Qué dirían hoy aquellos adolescentes que pasaban las tardes primaverales en los años 30 en su querido club? ¿Qué piensa el Ejecutivo Nacional, ProvincialMunicipal al respecto? Son preguntas que por el momento no tienen respuestas.
Franco Martín García.


Fotos utilizadas:

Producción propia
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Producción propia

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